Festejando el Día Internacional de la Mujer
Marcela Rojas
8 de Marzo de 2018
Ya se que me van a decir que el día de la mujer no se festeja, se conmemora; de hecho se quién me lo va a decir, pero yo sí quiero festejarlo, pero no festejar la belleza ni la ternura sino los logros que a lo largo de la historia han conseguido grandes mujeres que han alzado la voz y los brazos para luchar por nuestros derechos.
Hoy quiero festejar el haber tenido acceso a la educación, festejo la libertad de vestirme de falda o pantalón, festejo y agradezco que mi papá nos enseñó a conducir (en realidad nos mandó a una escuela de manejo) a mi hermana y a mi cuando otras mujeres de mi generación no tuvieron esa posibilidad mientras que sus hermanos sí, festejo tener un esposo que se involucra en la educación de nuestros hijos y que cuando alguien le pidió que me regañara por un comentario que hice contestó que yo soy libre de decir lo que quiera.
Hoy festejo que exista liga femenil profesional del deporte que practiqué en mis años escolares, el fútbol, me hubiera encantado que la hubiera cuando yo jugaba aunque, para ser honesta yo no era tan buena pero conozco a muchas que hubieran hecho un papel fenomenal.
Hoy festejo el tener a una querida amiga como candidata en un puesto de elección popular, que no es cualquier cosa, hace apenas 65 años se obtuvo el derecho al voto y está ahí no por el hambre de poder sino por la convicción de poder crear un mejor lugar y es sin duda una mujer que deja huella a su paso.
Hoy festejo que las mujeres que conozco en posiciones de poder desempeñan su labor de manera intachable y demostrando que están ahí gracias a su dedicación, esfuerzo y compromiso.
Falta mucho, muchísimo, pero no festejarlo me parece menospreciar la lucha y sacrificio de las generaciones pasadas y la mejor manera de festejarlo es mantener el dedo en la llaga en aquellos aspectos en los que aún tenemos que trabajar.
La brecha salarial es ancha, larga, profunda y escandalosa, el acoso es una vergüenza y más aún el señalamiento de la víctima como culpable o provocadora pero hay avances y a nuestra generación le toca seguir abriendo camino, educar en el respeto y participar de manera activa en el cambio cultural.
8 de Marzo de 2018
Ya se que me van a decir que el día de la mujer no se festeja, se conmemora; de hecho se quién me lo va a decir, pero yo sí quiero festejarlo, pero no festejar la belleza ni la ternura sino los logros que a lo largo de la historia han conseguido grandes mujeres que han alzado la voz y los brazos para luchar por nuestros derechos.
Hoy quiero festejar el haber tenido acceso a la educación, festejo la libertad de vestirme de falda o pantalón, festejo y agradezco que mi papá nos enseñó a conducir (en realidad nos mandó a una escuela de manejo) a mi hermana y a mi cuando otras mujeres de mi generación no tuvieron esa posibilidad mientras que sus hermanos sí, festejo tener un esposo que se involucra en la educación de nuestros hijos y que cuando alguien le pidió que me regañara por un comentario que hice contestó que yo soy libre de decir lo que quiera.
Hoy festejo que exista liga femenil profesional del deporte que practiqué en mis años escolares, el fútbol, me hubiera encantado que la hubiera cuando yo jugaba aunque, para ser honesta yo no era tan buena pero conozco a muchas que hubieran hecho un papel fenomenal.
Hoy festejo el tener a una querida amiga como candidata en un puesto de elección popular, que no es cualquier cosa, hace apenas 65 años se obtuvo el derecho al voto y está ahí no por el hambre de poder sino por la convicción de poder crear un mejor lugar y es sin duda una mujer que deja huella a su paso.
Hoy festejo que las mujeres que conozco en posiciones de poder desempeñan su labor de manera intachable y demostrando que están ahí gracias a su dedicación, esfuerzo y compromiso.
Falta mucho, muchísimo, pero no festejarlo me parece menospreciar la lucha y sacrificio de las generaciones pasadas y la mejor manera de festejarlo es mantener el dedo en la llaga en aquellos aspectos en los que aún tenemos que trabajar.
La brecha salarial es ancha, larga, profunda y escandalosa, el acoso es una vergüenza y más aún el señalamiento de la víctima como culpable o provocadora pero hay avances y a nuestra generación le toca seguir abriendo camino, educar en el respeto y participar de manera activa en el cambio cultural.
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